
Otro domingo que agoniza…
Y morirá, sin remedio, a eso de la medianoche, de muerte natural.
Por la mañana, cuando medio muerto ya, abrió los ojos,
compartió el desayuno de café y tostadas (que olían sólo para él) con el diario.
Las malas noticias presagiaban "un triunfo de la derecha en la lejana Francia";
"Al Gore vendrá para hablar de la salvación del planeta".
(¿No fue a eso a lo que vino un tal Jesús hace un tiempo?)
"Otra oveja negra muere por ilusa; la ilusión sigue siendo un delito, oveja negra.
Hoy domingo son sus funerales, entre tristes e ilusas banderas sindicales".
Otro domingo que agoniza… y, otra vez, las noticias no son buenas.
A eso del mediodía, respira con dificultad. Tiene frío…
El sol no le alumbra ni le entibia el costado.
Las horas son frías; los minutos, lentos; los segundos, morados.
El tiempo da diente con diente.
Hoy el sol no alumbra ni entibia costados…
Por la tarde-noche sólo da patéticos estertores.
Morirá este domingo como mueren todos los domingos de la vida…
¿Escribirá, alguien, su epitafio en el polvo de estos siete días?...