15 de enero de 2007

Y sin embargo...
No quiero esperar un mensaje tuyo diciendo que me extrañas.
Y, sin embargo, lo espero. Y nada, el tiempo diluye las ganas y hace que la esperanza se desvanezca. En todo caso, tengo, para mi mala fortuna, una esperanza bien tozuda, y tonta como la que más. Nada he aprendido de tantos años de desilusiones. Es más, guardo esperanzas que se han puesto rancias; con otras, hago como si no estuviesen guardadas. Pero ahí están, agazapadas tontamente, en el sótano del alma, con manchas de humedad y con olor a olvido.

Habrá un tiempo en el que no tendré esperanzas, estoy trabajando en ello. Cuando ese día llegue, no sé si soportaré el vacío de no esperar nada. Tal vez sea como dejar de creer en dios por segunda vez.