30 de junio de 2008

Life vest under your seat...
Para Marta...

... El abandono deja cicatrices profundas. Hablo d'en Padú... y aunque yo lo quiero así, con todas sus heridas, deseo profundamente que se cure, porque él está del lado de la vida, y la vida debería devolverle la mano. Le he dicho en secreto, en su orejitas grandes, que ganaremos todas las batallas, pero a veces siento que me faltan las fuerzas para acompañarlo... pero sólo a veces.
Sigo levantándome cada día, le doy sus vitaminas, beso sus heridas... a veces también, lloro... pero sólo a veces. Pese a todo, sigue siendo bello. En ocasiones como ésta, pienso que sería bueno creer, así podría pedir a un buen dios que lo ayude. Entonces, en un descuido de mis orejas (que no son tan grandes como las de él) me las lame, como si me dijera: ganaremos todas las batallas...

Y nada. Salir de casa sigue siendo otra batalla dura... a pesar del sol.

Ayer compré chocolate, para desdibujar la ausencia, que el vacío, allá -al otro lado de la mesa- dibuja. Y lo escondo de nadie, para que parezca que no estoy solo.

Y miro la cordillera, cuando el humo la deja ver, y recuerdo entonces que no tengo a mano la cámara para cumplir promesas de nieve fría y blanca, que eso nunca ha dejado de serlo la nieve.

Pues eso, que la vida se enfría por los pies, y se entibia por los perros, que se empeñan en creer que vivir es bello. Y hoy, querida amiga, yo les creo.

... Ayer compré chocolate. Esta mañana he abierto el escondite secreto, he saboreado un pedacito, y justo en ese momento comenzó a sonar muy dentro de mí -no sé bien si en una aurícula o un ventrículo- aquel pegajoso estribillo:

Life vest under your seat, chalecos salvavidas bajo su asiento...