13 de octubre de 2009

Tristán


Desde que vivimos solos él, mi hermanita y yo, todas las mañanas son iguales. Cuando se despierta, antes de meterse a la ducha, deja que nos colemos un ratito en su cama. Entonces, yo me acomodo en la ce redonda que su cuerpo dibuja alrededor mío y pienso que no hay un mejor lugar en el mundo. Después, cuando se levanta, nos revuelve el pelo diciendo algo cariñoso, y nos sirve el desayuno. Antes de salir de casa, nos advierte cariñosamente: “Pórtense bien… volveré pronto.” Y cuando ya casi ha cerrando la puerta, agrega: “Los quiero mucho”...

(Hoy se cumplen 3 años desde que comencé a escribir en este espacio. No era este el texto que iba a publicar, pero por una triste circunstancia, mi perro-amigo-compañero Tristán está extrañamente enfermo… y mi mundo, desestabilizado).