5 de noviembre de 2011

Una vez yo vi al alma mojándose los pies a la orilla de la cama


Ya no escondo tanto mi cuerpo de tus ojos, porque tú no ves con los ojos. Poco importa a tus ojos, que no necesitan ver, que el esqueleto esté antes que la carne. Porque me miras, con una mirada sobrenatural, y me desbordo, ahora por los ojos míos, y me escapo de mí, sobrepasado por la alta marea del alma que sube del pecho a la garganta, y de la garganta a la orilla de los ojos… de los míos, y ahora también de los tuyos. Entonces rodamos por rostros horizontanles, convertidos en diminutos ríos que desembocan en la almohada.
Y el aliento arrastra al deseo cansado hasta la orilla, donde muere, pero no muere... como las olas.

6 comentarios:

Edurne dijo...

Pues esto, querido profe, sí que es POESÍA con mayúsculas!
La poesía de los sentimientos, el deseo...

Superabrazo!
;)

Unknown dijo...

me gustó mucho o que escribes

Mejorate!!!!!

Duquesa de Katmandu dijo...

Precioso.
Saludos,

Ipnauj dijo...

Las olas sí mueren, es el mar el que permanece vivo.

Un gran saludo.

Anónimo dijo...

Parece cuento, pero es poesía. Hace tiempo que no lo visitaba profesor... a pesar que estuve poco tiempo junto a su clase mucho quedo dentro de mi. Desde donde sea seguiré su Blog, un saludo afectuoso.

Beauséant dijo...

Siempre decimos que el mar muere en la orilla, es verdad, pero lo cierto es que únicamente sufren un nuevo renacer..