14 de agosto de 2014

Tristán...


 
 
Tristán… “Mostro peludo”, “Cosita del Señorsh…”
Hace justo un año tuviste que partir a recorrer otros barrios. Seguro ya eres “el rey”, también allí. Desde entonces comencé a hacer de mi corazón tu casa y a creer en dios –por conveniencia– para volver a verte en la eternidad, porque nunca más es mucho tiempo para no estar contigo.
Te recuerdo patuleco, gracioso, correteando a las tortolitas de la plaza por el gusto de verlas volar. Ahora, Bichito, ahora que tus patitas torpes se han convertido en alas de tortolita,  puedes olfatear las copas de los árboles y parar la patita –nuevamente ligera y ágil– en las nubes.
La vida, socito, nos quedó debiendo tantas siestas al sol, tantas tardes de lluvia acurrucados junto a la estufa, tantos paseos… pero todo se lo cobraremos, con creces, se lo cobraremos.
Se echan de menos sus ojitos compañero… no sabe cuánto.

2 comentarios:

Beauséant dijo...

Conozco la sensación y la respuesta, como tantas otras veces, es que no hay respuesta... ya sabes, aprendemos a vivir a trompicones...

Edurne dijo...

Qué decir... cada cual guarda en su rinconcito particular a sus seres queridos, y léase personas o animalillos, compañeros de fatigas al fin y al cabo, amigos fieles...

Besos solidarios!
;)