17 de agosto de 2010

Cuenta regresiva ...

... pocas veces sé el día en que vivo. El tiempo y yo vagamos por caminos distintos. Pasa que el tiempo me dijo que yo lo había perdido, y debe tener razón. A ratos nos encontramos, algún martes o miércoles laborable... porque sí.

... tampoco sé mucho del cuerpo que habito. A veces siento que quiere decirme alguna cosa, que se le escapa la sangre, la carne... los huesos. Yo solo lo miro con extrañeza, como si no fuera el mío.

... el tiempo y mi cuerpo deben andar por ahí, sonriéndose de mí, que me he quedado con el alma entumida en un eterno domingo de invierno.

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9 comentarios:

Anónimo dijo...

Ufff... mejor morir en quedar con el alma en un carrete de viernes o sábado.

Edurne dijo...

Ay, qué triste!

Pero, si lo miras bien, lo mismo es el estado ideal: no saber quién eres, no saber en qué día vives...
No problem!

Besotes orilleros!

Hans dijo...

me paso que escuchaba su voz relatando este cuento...
sera que ¿todas las palabras en el, lo reflejan un poco de como lo conozco?
Como siempre, exelente profe...
Un abrazo y nos estamos viendo pronto!

Santiago Paz dijo...

Suele suceder que el cuerpo, el tiempo y el alma vagan en direcciones contrarias. Y cuando chocan, se desata la tormenta. Es una armonia rara, como si fueran tres liquidos distintos flotando en niveles distintos.


Un abrazo.

bolero dijo...

En pocas palabras has definifo el estado de ánimo de mucha gente, o simplemente esa perdida q no hayamos, esos desencuentros aparentes
No está mal reunirse ambos auqnue sean dos días,
muakkkkkkkkkkkkkkkkk

Diego dijo...

También del cuerpo se reirá el tiempo. Al final siempre gana. Ciorán se lamentaba de no tener a qué aferrarse, porque de esa manera quedaba librado al tiempo, que es la nada.
Un abrazo.

miralunas dijo...

vengo desde el blog de Edurne, vaya a saber con qué intuitiva curiosidad y me voy con el alma transida de tus letras.
volveré, claro.
excelente cuaderno, Tristancio!

Javier dijo...

Es esa dualidad del alma eterna en el cuerpo que se muere cada día: esa máquina de carne y hueso que necesita cagar para purificarse. ¿Cómo sonreír así? Solo un gran imbécil puede levantarse con ganas.

Un abrazo,

Beauséant dijo...

y sin embargo, ten cuidado. Tu alma no puede vivir sin el cuerpo, y sospecho que al contrario tampoco..