Notable abandono de deberes
Ordenaron colocarle una venda en los ojos, pese a que dicho ritual -en este particularísimo caso- resultaba
redundante y ridículo, pues hacía un rato largo ya que Dios se había quedado
ciego.
La sirena cautiva vomita pulpos de siete patas en el
váter. Su hijo –una
criatura híbrida de niño y pegaso- la observa por el resquicio de la puerta,
acurrucado bajo su única ala. Desde el pasillo, Einstein les saca la lengua…
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