1 de octubre de 2014

El infarto de los días (Parte 2)

                                                En la hoguera de lo que fue arde lo que será. (Louis Aragon)

A estas alturas, cuando la nostalgia no tiene remedio y los días cogen el ritmo del Aleluya de Leonard Cohen o de una canción de Simon and Garfunkel, piensas que ya no es tiempo de empezar nada. Más bien, deberías ir cerrando esos capítulos escritos a medias o nunca corregidos. Eso piensas. Y que la vida, la tuya (para no meter vidas ajenas en este asunto), no es más que eso, una suma de capítulos desordenados, inconclusos… inciertos. Piensas, demasiado  tal vez. Que la ciudad cada día es menos habitable y no combina con el ritmo ese de Cohen. Que todo, por lo mismo, va desacompasado. De un tiempo a esta parte, bailamos mal tú y yo, pisándonos los callos del dedo chico. Las naves ya no arderán ni más allá ni más acá de Orión, y eso, el corazón lo sabe, lo tiene más clarito que el agua.  En la caja solo queda un fósforo para raspar las costillas desde adentro y en una avenida que parece lejana zumban los autos… que es el mar de otro tiempo en tus oídos, el viento en los cipreses de la infancia o el crepitar del polvo en el que te has convertido.

3 comentarios:

Edurne dijo...

Buenooooo!
Se queda una bailando el twist! ero a contrapaso, vamos, turulata perdida!

Magister, chapeau!
Abrazos, todos!
;)

Beauséant dijo...

La vida es una primera parte de acumular cosas y experiencias y otra final de ir poniendo todo en bolsas de basura para, al final, quedarse sin nada...

Beauséant dijo...

Una mierda, vamos...