19 de febrero de 2014

La canción del condenado

¿Recuerdan los muertos el momento de su muerte? ¿Te acuerdas cuándo te maté?
Yo también tenía que morir, pero gasté todo el filo del cuchillo en tus costillas. En fin, para mi bien –o mi mal, en vista de como se dieron los hechos posteriores- no me desangré lo suficiente. Y aquí estoy, pagando las penas por mi mala puntería, por no saber –tú me lo repetías siempre- el lugar exacto donde habita el corazón. Ahora sí que lo sé, porque no deja de doler. En el recoveco intercostal izquierdo, tórtolo herido en su jaula de huesos flacos, late lento, muriéndose a goteras de muerte larga, consciente, desesperadamente lúcido, desesperadamente cuerdo. Porque la locura es el alivio de los amantes criminales, a mí se me ha condenado a la cordura y el desvelo… hasta que se me desgasten las sienes.

3 comentarios:

Beauséant dijo...

supongo que los muertos recuerdan sus muertes igual que los vivos arrastran sus vidas y recuerdan el pasado siempre con nostalgia, ¿no?

Castigadora dijo...

Guau. No sé si recuerdan su muerte o sólo son los moribundos los que se permiten recordar. Pero tu relato es fantástico
Un beso

Edurne dijo...

Pues es muy duro este relato, pero genial.
El corazón que late como tórtolo herido en su jaula de huesos flacos...

Todos estamos condenados, está claro! Solo que hay diferentes formas de condena.

Abrazo...sss!
Y beso...sss también!
Y gracia...sss!
;)