Nos conocimos en otra dimensión, en medio del alboroto
cotidiano del tren mañanero. Entre cientos de ojos, los nuestros se cruzaron en
esa esquina intangible del tiempo y del espacio. Allí nos enamoramos, tontos
perdidos, nos compramos la casita con subsidio y tuvimos a los mellizos. Aunque
las cosas no fueron fáciles, alcanzamos a rozar la felicidad. Pero la velocidad
de las estaciones todo lo desvanece y cuando las puertas del tren se cerraron
tus ojos ya no estaban reflejados en la ventana.
4 comentarios:
Me atrevería incluso a decir que por suerte. No hay nada más terrible que confrontar los sueños con la realidad...
Ni un brillooo....
Pues sí que fue rápido todo!
A veces, la vida es eso, un suspiro... ahogado!
Besos, compañero, besos y abrazos a través de la mar océana...!
;)
Algunos días de la semana, dos para ser exacto, uso el tren urbano aquí en Sydney; desde mi trabajo a mi casa, cruzo el puente famoso y miro el teatro famoso. Los demás días cruzo el puente en mi auto, por arriba y por debajo, por el túnel con vista a nada. Por eso siempre amo esos momentos de tren, y tu historia la he vivido cientos de veces, con cientos de protagonistas, con cientos de finales; algunos heroicos, otros tristes, otros mas nostálgicos. Y lo disfruto siempre.
Saludos amigo!
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