A veces, tu recuerdo me duele como un principio de infarto…
En los libros de medicina que corrijo los pacientes son nadie
y nadie los llora cuando mueren. “Derrame pericárdico masivo, con colapso de
cavidades cardíacas y ausencia de contracción ventricular a pesar de existir
actividad eléctrica” reza el informe médico como causa de muerte. Es que la
medicina es así, fría como su puta madre. En las novelas, en cambio, los pacientes
tienen nombre propio, como Juan o María, y se mueren de amor o, simplemente,
porque el corazón se detuvo a la vuelta de la esquina, aburrido, cansado de
latir sin razón. En las novelas, en los cuentos que leo, en la vida que vivo,
todavía lloramos por los paros cardiorrespiratorios sin sentimientos.