21 de diciembre de 2009


El mar del pueblo, ese mar, ningún otro...

A menudo, el mar viene a visitarme en sueños. Es el mar del pueblo, siempre es ese mar, ningún otro. Y nunca viene en son de paz. Irrumpe violento, arrasándolo todo, cambiando la geografía de la playa, desparramando las calles, destrozando los mapas.

Cuando era pequeño, allá por los cuatro o cinco años, el mar se salió de sus cabales. Eso no lo soñé. Recuerdo que, de la mano de mi madre, subimos al cerro que estaba (y debe seguir estando) detrás de la casa. Huíamos del mar.

Con el tiempo, me marché del pueblo, huyendo del Pacífico turbulento.

Con el tiempo, el agua salada llegó también a la ciudad. Entró por mi calle. Golpeó la puerta de mi casa… Y aquí en la ciudad no hay cerros posibles.

El mar siempre me persigue en sueños. El mar del pueblo, ese mar, ningún otro.